Capítulo 02

6.

De pie frente a la puerta del palacio oriental, Yan-Daren levantó la vista y vio a Xiao Wangyen corriendo.

En los últimos años, Xiao Wangyen había estado escabulléndose mucho, y también su apariencia había empezado a desarrollarse. A simple vista, él era muy parecido al Pequeño emperador, especialmente sus ojos, los cuales eran cálidos y brillantes.
Yan-Daren lo saludó respetuosamente, su rostro se mantuvo serio y severo como antes. —¿El noveno príncipe está buscando a su alteza? Su alteza todavía está descansando, me temo que…

—No lo hago.

Xiao Wangye se puso las manos en la espalda y con voz suave respondió.

—He venido a ver a Yan-gege.

Yan-Daren realmente no tenía idea de que era lo bueno de ir a buscarlo, pero como Xiao Wangye parecía emocionado, no dijo mucho. Sólo lo dejó mirar.

Xiao Wangye envió a alguien a poner un pequeño banco de madera y se sentó al lado de Yan-Dare. Charló sobre algunas cosas cotidianas, pero luego se quedó en silencio.

—Vi algunos árboles de Jujubes¹ en el jardín trasero. Yan-gege ¿te gustaría ir a recoger algunos conmigo?

—Soy el guardia del Palacio oriental, es un inconveniente que me vaya. Intenta encontrar a alguien más.

Xiao Wangye se esforzó por no hacer pucheros con disgusto, pero en su corazón, él pensó que el Palacio oriental tenía demasiadas reglas. Trabajar aquí todo el día debía ser duro.

Alzó su pequeño rostro y observó a Yan-Daren. Pensó para sí mismo “¿No sería bueno dejar que Yan-Daren venga a mi lado? aunque mi asignación mensual no es mucha, pero sí lo suficiente para mantener a un guardaespaldas. sí lo peor se vuelve lo peor, entonces tendré dos prendas nuevas menos cada mes”.

Como resultado, cuando el Pequeño emperador se despertó de su siesta, vio la escena de su noveno hermano menor tratando de robar a alguien de su propio palacio.

El pequeño emperador no dijo más y expulsó a Xaio Wangye.


7.

Xiao Wangye fue derrotado, pero no vencido. Después de dos días, una vez más fue al Palacio Oriental para encontrar a Yan-daren. Esta vez, también trajo una canasta de jujubes recién cosechados.

Xiao Wangye los lavó y escogió el jujube más grande, dándoselo a Yan-daren para que lo probara, mientras él decía con orgullo que él mismo había subido al árbol.

Cuando Yan-daren se negó, Xiao Wangye se metió un trozo en la boca y lo mordió en voz alta, tratando de atraer a Yan-daren.

Pero al final, Yan-daren permaneció impasible. En cambio, se dirigió al Pequeño Emperador, que había estado leyendo, y este último se comió la mitad de los jujubes que había en la canasta de Xiao Wangye de una vez.

Xiao Wangye no pudo detenerlo. Estaba tan enojado que estuvo a punto de llorar.

Con una sonrisa, el Pequeño Emperador le dio un jujube a Yan-daren.

—Ésta es la bondad de Jiu-di², Pruébalo.

Yan-daren lo aceptó obedientemente y le dio un mordisco. Él asintió con la cabeza y respondió.

—Es muy dulce.

Xiao Wangye estaba tan feliz que se guardó las lágrimas.


8.

Unos días más tarde, el Viejo Emperador celebró una cena fuera del palacio e invitó a las jóvenes de todas las familias importantes de la capital.

Todos sabían que esto se llevó a cabo para elegir una Concubina Imperial para el Taizi.

El Pequeño Emperador estaba rodeado en el pabellón, recitando poemas ante las hijas de cada ministro y tocando música con la cítara.

Xiao Wangye se sintió aburrido, por lo que corrió en secreto a la orilla del lago y encontró un árbol para trepar.

Era un experto en trepar a los árboles. En todo el palacio, era insuperable. Nadie sabía de dónde venía este talento.

Tan pronto como Xiao Wangye se sentó correctamente en la rama de un árbol, un hombre vino de no muy lejos. Estaba vestido con el uniforme rojo púrpura de los guardaespaldas imperiales y sostenía un sable frente a él. Sus rasgos faciales eran agudos e inconfundibles, y él tenía un rostro hermoso. Esta persona era Yan-daren del Palacio del Oriental.

Los ojos de Xiao Wangye se iluminaron. Extendió las manos y lo saludó vigorosamente mientras gritaba: "Yan-gege".

Yan-daren siguió la voz y miró hacia el árbol. Un rastro de pánico apareció de repente en su rostro normalmente tranquilo y gritó.

—¡Tenga cuidado, Noveno Príncipe!

Xiao Wangye que originalmente se encontraba sentado de forma segura, cuando Yan-daren gritó así, de repente entró en pánico. Su pequeño cuerpo se tambaleó hacia adelante y hacia atrás durante un rato y luego cayó.

Xiao Wangye cerró los ojos con miedo, pero no aterrizó con fuerza en su trasero como esperaba. En cambio, fue recibido con un abrazo cálido y fuerte.

Xiao Wangye abrió los ojos y descubrió que él estaba siendo firmemente sostenido contra el pecho de Yan-daren.

Yan-daren practicó artes marciales durante todo el año, por lo que los músculos de su pecho estaban firmes. Xiao Wangye estaba atrapado en sus brazos y de alguna manera no podía respirar.

Yan-daren puso a la persona en el suelo y dijo respetuosamente:

—Le he ofendido.

Xiao Wangye se sonrojó por haberlo molestado, pero al mismo tiempo, deseaba que continuara.


9.

Después del banquete, el Viejo Emperador y los príncipes regresaron a sus palacios. Yan-daren no estaba de servicio esa noche, así que se fue solo a casa.

En el camino de regreso, estaba desolado. Los oídos de Yan-daren se movieron cuando escuchó claramente a alguien siguiéndolo en secreto.

La persona que lo seguía no parecía tener ningún conocimiento de las artes marciales, ya que no contuvo el sonido de sus pasos. Yan-daren no se tomó a esa persona en serio. Como resultado, esa persona lo siguió hasta la puerta de su residencia oficial.

Yan-daren se dio la vuelta y miró hacia la calle vacía. Desenvainó un poco su espada y preguntó con frialdad:

—¿Aún no te revelas?

Después de esperar un rato, la cabeza de Xiao Wangye emergió de la esquina de la sastrería al otro lado de la calle.

Yan-daren frunció el ceño.

—¿Por qué está aquí el Noveno Príncipe?

Xiao Wangye enderezó su cuerpo mientras se acercaba; sin embargo, no tenía la suficiente confianza para asumir un aire de rectitud.

—Yo… Yo voy a volver al palacio.

—Queda en la otra dirección.

Yan-daren lo expuso en el acto sin piedad.

—Oh, ¿verdad? Supongo que me equivoqué.

Yan-daren miró a su alrededor y preguntó.

—¿Viniste solo?

Xiao Wangye asintió.

Yan-daren suspiró con resignación y dijo:

—Vamos, escoltaré al Noveno Príncipe de vuelta al palacio".

Xiao Wangye no se movió. Con ambas manos detrás de él, se aclaró la garganta e insinuó con reserva.

—Se está haciendo tarde. En realidad, pasar la noche aquí tampoco está mal.


¹Se trata de una fruta exótica que crece en un árbol con el mismo nombre. 
²Noveno hermano pequeño. No significa que el emperador tenga otros 8 hermanos menores, solo que Lian Hong es su noveno hermano y que es más joven que él.


Traducción: Nacex
Corrección: Xant
Edición: Universe

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